Sobe una chica:

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Tamaulipas, Mexico
Madre primeriza y escritora, con muy poco tiempo libre pero que le gustan las manualidades.

viernes, 31 de octubre de 2014

Hollow's Eve

Boys and girls of every age, would you like see something strange?
Come to this place, you will see, this old town of Halloween :)

Long goodbye kiss

How long before we see each other again?"
What made me think that
You were saying it with a nice expression?
I pretend that there's nothing bothering me
I'll listen 'till morning as you make excuses
Because I want us to be connected
I don't even want to see your face along the Meguro river anymore
No development will come from this, my cell phone dances
If It's goodbye mail, I want to forget about it
"Hold me tight" but "I want to disappear to somewhere"
Any time that you're talking too much you don't seem to notice*
I let you see that "I cry" a little while pretending to be strong
How well did those tears work on you?
Even though "I want to be loved" in my own way, it fills me, but I can't see you
I just have the feeling that I'll never see you again...
I want to tell you that, but I can't find the right words
Maybe it's okay if I lie, but I can't even say "Don't go away"
The strange voice he has when he sneezes
The screwed up face he has when he laughs
His habit of rubbing his eyes when he can't stop sweating
No matter how you look at, his personality is boring
Our styles aren't similar at all
He's uselessly shy, a bit in bad taste
The smirk he has when he lies is annoying
I figured those out ages ago, it sucks
I just didn't have a boyfriend at the time
It was just a relationship for me to kill time with
Those are the excuses I told my friends
There's no way I was pursuing him...huh?
He tries to win me over with boring jokes
And I'm sick of his nonstop talking
I've always locked him out, and now I'm knocking
Even though "I want to be loved" in my own way, it fills me, but I can't see you
I just have the feeling that I'll never see you again...
I want to tell you that, but I can't find the right words
Maybe it's okay if I lie, but I can't even say "Don't go away"
When our hands come apart
Will you forget someday?
About me?
Even though "I want to be loved" in my own way, it fills me, but I can't see you
I just have the feeling that I'll never see you again...
I want to tell you that, but I can't find the right words
Maybe it's okay if I lie, but I can't even say "Don't go away"


jueves, 30 de octubre de 2014

martes, 28 de octubre de 2014

Cenicienta

Y un día se cansó.
Se cansó de ser la princesa perfecta, de que nadie la tomara en serio, de ser solamente un adorno. Ella quería ser libre, ser quien siempre quiso ser, ser diferente...


Y se ahogó finalmente en todos esos recuerdos reprimidos.

"J."

¿Qué horas son, mi corazón?

La hora de la cena.
Me gusta la cena, 
Me gustas tú.
Pero más me gustaría cenarte a ti.


"J."

domingo, 19 de octubre de 2014

1.El mejor lugar favorito

Estaba parada nuevamente ahí.
Siempre a la misma hora, siempre puntual, en el mismo lugar y con los mismos nervios. Casi sintiendo como si esa fuera la primera vez que se encontraban, aunque la verdad es que habían transcurrido ya muchos días. Sintió cómo su corazón daba un brinco; ¿quién iba a pensar que ya habían pasado 365 días desde aquella primera vez? Mientras esperaba a que apareciera, se recargó en el barandal, mirando distraidamente hacia la explanada, donde todos parecían ajenos al ambiente que los rodeaba: las personas, todas vestidas igual, caminaban de un lado a otro en el espacio, algunos jugando, otros sentados en las gradas ya fuera charlando animadamente o comiendo. Ese día hacía un calor insoportable, de esos que comúnmente se encuentran en pleno verano, y mientras ella miraba con curiosidad todo alrededor realmente no prestando atención, algo cruzó su mente: técnicamente, no eran 365 días. Frunció el ceño, ahora un poco confundida, intentando hacer memoria sobre lo que pasaba: realmente, y haciendo cálculos, ese era el día 500. Sus ojos oscuros se abrieron de golpe, mientras el pequeño regalito que sostenía con sus delicadas manos amenazaba con caer desde el segundo piso...
Recordó entonces el día uno, como si de pronto fuera importante: era un día como cualquier otro en la preparatoria, estaba a principios del segundo semestre, un jueves 11 de marzo. Ese día la escuela estaba casi vacía, con pocos alumnos caminando por el pequeño espacio que era la explanada y otros en la cafetería conversando. Ella, como siempre, se encontraba en su salón, para ser más exactos en su lugar de siempre, leyendo un libro con atención; los pocos compañeros que estaban en el mismo lugar conversaban y hasta gritaban, todos planeando al día siguiente ir a la playa ya que su plan había fallado. El Spring Break se acercaba y ya todos tenían planes para ello, y aunque la chica había estado de acuerdo en asistir sólo para no ser descortés, no tenía muchísimas ganas de ir. No pudo concentrarse más en su lectura y apartó su mirada del libro, lanzando un suspiro. Decidió dejar de leer, porque su mente iba y venía, motivo principal por el cual realmente no estaba entendiendo la trama; odiaba tener otras cosas en la mente cuando realmente deseaba tomarse un día para leer... y es que no había nada más en el mundo que le gustara que tener un rato de paz leyendo y bebiendo café. Lanzó un largo y ruidoso suspiro, provocando que sus compañeros se giraran a ella...
Se levantó sin hacer ningún ruido, y decidió alejarse de ahí. No tenía ánimos para nada, ni siquiera para participar en el "grandioso plan para escaparnos a la isla", como llamaban sus amigos a su tonta estrategia que juraban iba a funcionar; mientras ella caminaba para alejarse de todo, iba pensando en las probabilidades del plan. Puede que no fuese la más inteligente... ok, ella no era la más inteligente, ni lista, tampoco astuta o siquiera bonita, odiaba los números y las matemáticas eran un dolor total de cabeza, pero si en algo siempre había destacado a parte de la escritura y literatura, era en las estadísticas. Tenía casi un don para adivinar las probabilidades basándose en los números... habilidad que había aprendido cuando le dijeron que por su sangre corría cierto linaje fuera de lo normal. Se detuvo al llegar al lugar de siempre, aquel pequeño espacio en el segundo piso que daba la vista directa a toda la pequeña escuela, el único lugar donde la brisa del poco viento que llegaba podía sentirse en todo su esplendor, porque al ser un lugar tan estrecho no llegaba realmente nada de aire fresco. Dejó que la poca brisa de ese caluroso día refrescara su rostro mientras se inclinaba sobre el barandal, disfrutando. Puede que muchos odiaran el calor, pero ella provenía de un lugar que pasaba los 365 días sumergido en olas... y no sólo de calor. Y mientras disfrutaba de esa pequeña tranquilidad, el timbre sonó, asustandola, provocando que diera un respingo. Observó cómo las pocas personas comenzaban a ir a sus respectivos salones, algunos hasta la saludaban ya fuera desde el patio, las escaleras, o desde sus salones... poco a poco el bullicio desapareció, para darle la tranquilidad que tanto deseaba. Sabía que su profesor iba a reprenderla cuando entrara al salón y no la encontrara en su lugar de siempre, preguntándole dónde estaba y por qué no había entrado al aula si ya había sonado le timbre. Pero no pudo importarle menos...
Se tomó todavía el descaro de quedarse unos instantes ahí, luego, totalmente resignada, caminó a los servicios, donde se demoró el tiempo suficiente haciendo sus necesidades y todavía intentando arreglar el desastre que se atrevía a llamar cabello. Una vez que se dio cuenta de que alguien llamaba su nombre, se asomó desde el primer piso hasta el tercero, donde la prefecta demandaba su presencia en el aula porque hacía más de quince minutos que había sonado le timbre. Le indicó que subiría, y cuando la mujer desapareció de su vista, decidió tomarse el tiempo necesario para irse, y apenas iba subiendo los primeros escalones cuando notó que no tenía su celular. Caminó un poco más rápido intentando recordar si lo había dejado en su banco o si por defecto lo había llevado consigo; sabía que no lo tenía cuando bajó al baño, por lo que el lugar más cercano sería el balcón. Llegó al lugar rápido, porque gracias a Dios la escuela era demasiado pequeña y todo estaba "a la mano", y su único pensamiento era que no hubiera alguien tomado el aparato... cuando se detuvo a medio camino.
Su "lugar favorito" se encontraba en el segundo piso de la escuela, justamente donde el poco aire que podía entrar pegaba con verdadero encanto, pero que también coincidía con el aula de computación... lugar donde siempre se la pasaban encerrados los chicos de cuarto semestre. Especialmente, los de la clase "B"
Admiró con cierto cuidado a la persona que se encontraba ahí parada, mirando algo con cierto interés detenidamente en la misma posición que ella había estado. Se dio cuenta entonces ella que aquella cosa rosada que miraba era su teléfono, así que caminó hasta él con pasos ligeros. Fue en ese momento que él levantó la vista, al darse cuenta de que no estaba solo... y pasó.
Fue como si se hubieran puesto una pieza faltante en algún rompecabezas bizarro, o como si algún viejo e inservible engranaje hubiera sido activado y ahora todos pudieran avanzar. No se había sentido así en mucho tiempo, y menos respecto a otra persona... especialmente, si se trataba de un chico. Pero algo había sucedido en ese momento, que los unió. Fue como si todo lo que estaba mal, o lo malo que alguna vez hubiera hecho, no existiera, como si al ver ese rostro tan peculiar, las cosas malas se volvieran buenas. Casi podía ver las flores y estrellas a su alrededor, maldita sea. Y supo que él sintió lo mismo, porque cuando se dio cuenta de que había alguien más frente a él, parpadeó varias veces; como si le fuera imposible ver lo que estaba ahí. Tomó el objeto rosado y se lo tendió.
-Es tuyo.- afirmo, con el aparato en su palma. Acto seguido y después de casi una eternidad, ella estiró su tímida mano y tomó el aparato... pero no pudo apartarla. No fue por el hecho de que su mirada oscura se encontró con una tan verde como el de una hiedra venenosa, ni tampoco porque instantáneamente reconoció al chico con el eterno ceño fruncido que la miraba, y estaba segura de que tampoco era por el hecho de que él sujetaba su mano en un intento de no dejarla ir.
No, claro que no había sido por eso.
Ella no pudo apartarse por el simple hecho de que, al contacto de su tacto con el de él, se encontró a sí misma. Supo que esa mano del color del melocotón le pertenecía por el simple hecho de que la descarga eléctrica que sintió no la obligó a apartarse, más bien, deseó quedarse pegada por siempre a esa mano, enlazar sus dedos como si sus vidas dependieran de ese agarre. Y él se sintió igual, lo supo.
Les tomó una eternidad alejarse, y claro que no lo hubieran hecho de no haber sido por la voz de un chico llamándola a gritos desde el piso de arriba. Así qué, con un extraño sentimiento de soledad, se separaron; ella caminó dos pasos hacia atrás apretando el teléfono en su mano, para luego dar media vuelta y caminar rápidamente hacia las escalera pero... se detuvo, girándose sobre su hombro sólo para comprobar que él la seguía mirando, pero ya no con el ceño fruncido y esa mirada verde seria, sino con una pequeña media sonrisa que pareció inconsciente. Y mientras ella volvía a su salón, con su mano con la sensación de poder lanzar descargas y el corazón latiendo a mil por hora, supo que había encontrado lo que casualmente no estaba buscando...

Un tacto suave y amable se cernió en su pequeña cintura, obligándola a despertar de su memoria. Y ella no necesitó girarse para saber quién era el que la llamaba. Claro, porque llevaba 500 días conociendo ese tan peculiar gesto posesivo, y 365 sintiendo esos brazos cerrarse a su cintura, apretando su delicada mano, acariciando aún con sus quejas las alocadas puntas de su rebelde cabello, pellizcando sus redondas mejillas, tocando sus labios infinidad de veces, acariciando su cuerpo un millón más. Sintió su aliento en la nuca mientras apartaba su molesto cabello y lo echaba a un lado para poder poner su cabeza en el hueco de su cuello, lugar donde él decía que siempre debía estar porque ese era su lugar.
-Feliz primer año, enana- le susurró con ternura mientras maniobraba para besar su redonda mejilla. Y ella sonrió, sintiendo cómo las descargas volvían a su cuerpo, mientras buscaba sus manos para unir sus dedos, sonriendo como idiota.
Porque ella decía que los espacios entre sus dedos estaban hechos perfectamente para los de él. Y claro, ella siempre tenía la razón. Admiraron durante una eternidad la tan conocida vista, realmente sin mirar nada, sintiendo sus dedos jugar con los de el otro, oyendo sus alocados corazones, sonriendo como tontos. Ese era su lugar, el uno junto al otro, siempre en silencio cuando la ocasión lo quisiera, siempre felices de pertenecerse. Siempre en ese corredor que llamaban "el mejor lugar favorito del mundo", donde pasaban la primera hora del descanso a las diez, y la media hora de las 12:30, donde siempre se encontraban para pelear, o platicar, o besarse sin que los profesores los molestaran, donde le gritaban a sus compañeros cuando no les hacían caso, donde hablaban de lo mucho que odiaban su escuela, el lugar que los había unido casualmente 500 días atrás... aunque lo que los había juntado ya no existía porque se había caído de ese mismo lugar cuando llevaban 103 días de conocerse.
Cosas de la vida, dicen por ahí.

¿CÓMO COMENZAR TU JOURNAL?

¡Hola a todos y bienvenidos a mi blog! En el artículo anterior les enseñé ¿Cómo hacer un junk journal? y no morir en el intento paso a ...