La última clase es siempre la
peor.
El cansancio acumulado durante la mañana finalmente
vence nuestras fuerzas y nos oprime contra los pupitres.
vence nuestras fuerzas y nos oprime contra los pupitres.
Hoy ha sido otro día vacío de
significados, tal vez porque
el gran hueco que deja el auto-engaño al desvanecerse no
puede ser ocupado por las pasajeras actividades cotidianas.
el gran hueco que deja el auto-engaño al desvanecerse no
puede ser ocupado por las pasajeras actividades cotidianas.
El profesor expone en voz
alta su “interesante”
monólogo sobre la lógica kantiana.
monólogo sobre la lógica kantiana.
Al igual que los
escritores, los filósofos
son seres curiosamente extraños.
son seres curiosamente extraños.
Todos parecen
escandalizarse ante la simplicidad del
monótono ciclo de la vida y, para evitar la desesperación,
dedican su tiempo a la creación de posibilidades
razonables, mundos paralelos, complejas interconexiones
conceptuales de difícil comprensión, realidades no acontecidas
y toda una extensa gama de metafísicas ridículamente humanas;
monótono ciclo de la vida y, para evitar la desesperación,
dedican su tiempo a la creación de posibilidades
razonables, mundos paralelos, complejas interconexiones
conceptuales de difícil comprensión, realidades no acontecidas
y toda una extensa gama de metafísicas ridículamente humanas;
como si lo que es pudiera adentrarse un poquito
en lo que jamás podrá llegar a ser.
en lo que jamás podrá llegar a ser.
Aquel que no reconoce sus límites está
irremisiblemente
condenado a chocar contra ellos, y los ahogados bufidos
de la clase parecen confirmar lo que pienso.
condenado a chocar contra ellos, y los ahogados bufidos
de la clase parecen confirmar lo que pienso.
Al mirar por la ventana puedo captar la fluctuación de memorias
olvidadas, sin sentido ni rumbo en el subconsciente.
olvidadas, sin sentido ni rumbo en el subconsciente.
El aire dobla las malas
hierbas que crecen junto al edificio
y el cielo parece cubierto de ceniza; es muy probable que llueva…
y el cielo parece cubierto de ceniza; es muy probable que llueva…
Estoy empezando a sentirme mal.
La cabeza me da vueltas, las formas parecen
desdibujarse en manchas difusas ante mis ojos.
La cabeza me da vueltas, las formas parecen
desdibujarse en manchas difusas ante mis ojos.
Un agudo malestar
constriñe ni vientre;
creo que me estoy enfermando por momentos.
creo que me estoy enfermando por momentos.
Con gran esfuerzo consigo ponerme en pie
-todos giran sus inexpresivos rostros hacia el novedoso estímulo-
señalando la puerta con una mano mientras apoyo la otra
-todos giran sus inexpresivos rostros hacia el novedoso estímulo-
señalando la puerta con una mano mientras apoyo la otra
sobre la mesa para no caer de bruces en el suelo.
El profesor
hace un indescriptible movimiento con
su brazo sin interrumpir su discurso, que interpreto
como la concesión del permiso para abandonar el aula,
aunque de igual modo podría ser un recurso más de
su repertorio gestual, tan históricamente
explotado en la explicación de sus abstracciones.
su brazo sin interrumpir su discurso, que interpreto
como la concesión del permiso para abandonar el aula,
aunque de igual modo podría ser un recurso más de
su repertorio gestual, tan históricamente
explotado en la explicación de sus abstracciones.
Cierro la puerta a mi espalda y me dirijo hacia
los servicios a paso ligero. Algo está bullendo, cambiando
en mi interior, pero no siento ningún dolor.
los servicios a paso ligero. Algo está bullendo, cambiando
en mi interior, pero no siento ningún dolor.
Comienza a descocerse el brazo izquierdo.
Desabrocho la manga de mi camisa y, para mi sorpresa,
compruebo que tengo el antebrazo despellejado, en carne viva;
Desabrocho la manga de mi camisa y, para mi sorpresa,
compruebo que tengo el antebrazo despellejado, en carne viva;
puedo ver el fino entramado de vasos sanguíneos
que recorren mi extremidad descubierta,
aunque sigo sin sentir el más mínimo dolor.
que recorren mi extremidad descubierta,
aunque sigo sin sentir el más mínimo dolor.
Un intenso olor a orín me golpea al entrar en la estancia
de azulejos blancos. Antes de llegar a los lavabos una
repentina arcada convulsiona mi cuerpo y vomito
un espeso líquido negro. Caigo de rodillas al suelo con
los brazos extendidos para evitar el terrible golpe y
mi brazo izquierdo se rompe con un sonoro crujido.
de azulejos blancos. Antes de llegar a los lavabos una
repentina arcada convulsiona mi cuerpo y vomito
un espeso líquido negro. Caigo de rodillas al suelo con
los brazos extendidos para evitar el terrible golpe y
mi brazo izquierdo se rompe con un sonoro crujido.
Al incorporarme veo mi brazo astillado flotando en el
charco oscuro. Tambaleándome intento volver hacia la clase.
charco oscuro. Tambaleándome intento volver hacia la clase.
Una nueva arcada recorre mi
tembloroso cuerpo.
La masa de mis intestinos rasga la carne, rompiendo la
camisa, irrumpiendo al exterior; en un acto reflejo,
intento inútilmente mantenerla en su lugar con mi brazo derecho.
camisa, irrumpiendo al exterior; en un acto reflejo,
intento inútilmente mantenerla en su lugar con mi brazo derecho.
No sé lo que está ocurriéndome, no
siento nada.
Toda mi epidermis comienza a
replegarse sobre sí misma
como pergamino viejo y mi carne cae en pedazos a
cada paso.
El maxilar inferior se desprende de mi cráneo y mi ojo
derecho queda colgando del nervio óptico;
lo arranco con un rápido tirón para no perder estabilidad visual.
El dolor físico es ahora sólo el recuerdo de una sensación inexistente.
derecho queda colgando del nervio óptico;
lo arranco con un rápido tirón para no perder estabilidad visual.
El dolor físico es ahora sólo el recuerdo de una sensación inexistente.
Entre no pocos esfuerzos
consigo abrir la puerta del aula.
Durante una décima de segundo, mi único ojo
percibe
fugazmente todos los rostros de los alumnos, justo
un instante anterior a su transformación en máscaras
de puro terror. Intento hablar, pero me resulta imposible.
fugazmente todos los rostros de los alumnos, justo
un instante anterior a su transformación en máscaras
de puro terror. Intento hablar, pero me resulta imposible.
Gritos inconcebibles inundan la clase cuando la
percepción colectiva se hace real y efectiva.
Muchos caen desvanecidos sobre sus mesas,
otros quedan paralizados por el horror.
percepción colectiva se hace real y efectiva.
Muchos caen desvanecidos sobre sus mesas,
otros quedan paralizados por el horror.
Mi aspecto ha de ser espantoso, aunque lo cierto
es que, mentalmente, sigo siendo yo.
es que, mentalmente, sigo siendo yo.
Me arrastro lentamente hacia
la tarima del profesor,
que yace sobre ella con los ojos en blanco.
que yace sobre ella con los ojos en blanco.
Tras de mí
escucho los aullidos dementes de los que
consiguen escapar, cada vez más lejanos,
reverberando por los amplios pasillos vacíos.
consiguen escapar, cada vez más lejanos,
reverberando por los amplios pasillos vacíos.
Mi cuerpo carece ya de los
elementos y energía
que lo sustentaban normalmente y caigo hacia delante,
decapitándome con el borde de la mesa del profesor;
mi cabeza queda encima,
cerca de la ventana.
Soy sólo consciencia. Soy materia insensible.
Puedo ver sobre las montañas
del horizonte
una bandada de pájaros alejándose.
una bandada de pájaros alejándose.
El cielo que todo lo cubre
está hilvanado con nubes grises.
Mañana lloverá…