Si nos dejan...

¿Nos podremos querer toda la vida?
¿Podremos tomarnos de las manos y caminar hacia el mismo destino?
¿Miraremos el mismo horizonte?
¿Estaremos siempre juntos?

Quizás no.
Porque, aunque quieras a alguien y esa persona te quiera de regreso, nada asegura que el amor vaya a durar "toda la vida"
Puedes disfrutarlo el tiempo que sea necesario, incluso más, y aunque nada te asegura que estarán siempre juntos, la idea de tener a una persona que te pertenezca y tu a ella de vuelta, es fascinante.

Como cuando te apareces sin haber venido

No le encuentro sentido al esperar a que regreses,

es más, ¿alguna vez te fuiste?

El olor a cigarro permanece en tu almohada,

y al caer la noche me embriago de ella,

o tu perfume que se fundió en mis sábanas

y me siento envuelta en tus brazos,

escucho tu risa por las tardes,

me pierdo en tus ojos en las mañanas,

y el sabor de tus labios nuevamente en la noche,

las caricias de tus manos, ágiles, recorriendo mi piel,

el sonido de tu corazón, pegado al mío

tu respiración en mi oído,

tu piel y mi piel,

tú y yo...

Por eso lo digo, te estaré esperando

y es que me encantan las sorpresas,

como cuando te apareces sin haber venido.

París es para los enamorados...

Pero no es como si no hubiese querido detenerme ahí,
en realidad, estuve dispuesta a crear un campamento;
en realidad, no sabía si iba a funcionar,
¿y si llovía de pronto? ¿y si el viento era demasiado fuerte?
¿qué tal si el sol encandilaba demasiado ? ¿y si nevaba un día?
En realidad, no me importaba, para ser franca.
Aún así una torrente cayera,
o si de pronto la ciudad se quedaba sin luz,
incluso si un día una piedra se atravesaba en el camino,
 estaba dispuesta a quedarme ahí cuánto tiempo fuera necesario.
Pero no fue para mí.
Y de un día para otro,
mi destino ya no era el mismo.
Así que hice mis maletas,
desmonté el campamento,
me cargué de todo el valor que me quedaba
me sequé las lágrimas y la frente en alto, sonreí.
París es para los enamorados,
quizás es por eso que me quedé solamente unos minutos.

En realidad, ya no me queda nada qué perder.

Cigarros después del sexo

Te susurré algo al oído, tan bajo, tan dulce, tan sensual
algo tan pervertido, imposible de repetir
pero lo repetí, de todos modos
te hice sonreír, sonrojar y apartar la mirada a la vez
No voy a herirte
nada va a herirte
no mientras estés conmigo
mientras bailemos lentamente en la habitación
esa tierna melodía para dos
y si bebemos, una, dos, o tres veces
está bien, nada va a herirte
y después recreamos esa cálida escena en la bañera.
Nada va a herirte
te lo aseguro una vez más
mientras mis manos crean patrones en tu lienzo de piel,
y te derrites ante mi tacto;
y después de perder la calma y fundir nuestras almas,
lo único que me gustaría es que te quedes.
Y compartir contigo unos cuántos cigarros después del sexo.

Deberíamos...

Deberíamos amar, no caer enamorados

porque todo lo que cae, eventualmente se rompe.

Y uno no quiere terminar roto,

porque lo que se rompe no se puede reparar,

ahora, imagina un corazón roto,

sangrando, triste, sin solución alguna...

Hay un sin fin de metáforas sobre corazones rotos,

pero nadie quiere tener uno.

El hecho de guardarlo en tu pecho es una señal,

¿para qué lo querrías en las manos...?

Nunca ancles tu barco en el puerto equivocado

Si ya sabías que no te iba a querer,

que ni siquiera lo iba a intentar

¿por qué creerle?

No hay peor ciego que aquel que no quiere ver,

y no hay una manera más amable de entenderlo;

el intentarlo a veces es el principal problema,

porque hay cosas que no tienen solución,

como un amor no correspondido.

Así que, no pienses que es mejor escuchar mentiras

que decir adiós, porque en el mejor de los casos

te estarás ahorrando un gran dolor.