Sobe una chica:

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Tamaulipas, Mexico
Madre primeriza y escritora, con muy poco tiempo libre pero que le gustan las manualidades.

martes, 24 de enero de 2017

Himnos de alcoba.♥

"Hazme tu María,
ya estoy sobre mis rodillas."

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Todos sabía lo que ocurría detrás de esa puerta.
Los sirvientes laboraban todo el día, desde que amanecía hasta que la noche caía, deambulando de un lado a otro, siempre teniendo algo importante que hacer. Ya sea que tuvieran que cocinar un gran y delicioso banquete a último momento porque la señora de la casa tenía invitadas, o que tuvieran que ordenar el área recreativa del señor  porque sus compañeros del club de golf iban a venir de visitar, o porque los suegros decidieron pasar de visita, o simplemente tener todo impecable para el joven amo y sus amigos.
Pero, en la mansión siempre había un gran alboroto, y a pesar de que debían estar molestos todo el día por ser explotados, sin importar la buena paga, la servidumbre de la mansión estaban a la espera de la noche para ver al joven amo.
Las jóvenes que hacían la limpieza y las que servían la comida eran quienes siempre lo miraban llegar... y se maravillaban. El joven amo era demasiado alto, con el cabello oscuro y crespo, una barbilla poderosa impecable la mayor parte del tiempo, con unos magnéticos ojos del color del mercurio, unos labios llenos y delicados, un cuerpo perfectamente formado a causa del ejercicio, sin duda el joven amo era demasiado atractivo.
Y todas esperaban a que llegara a la casa, no sólo para verlo caminar como pavo real mientras pedía le llevaran la comida a la alcoba, o para decirles si ya tenían su baño listo. No. Lo que la servidumbre esperaba era que la plenitud de la noche cayera, que la oscuridad total se apoderara completamente del lugar, que la sombra de la luna abrazara cada rincón a su paso y, principalmente, esperaban oír al joven amo poseer a aquella dama misteriosa.
Nunca nadie la había visto, y para cuando amanecía y la servidumbre iba a ordenar la alcoba del joven amo, no había absolutamente nadie, ni un vestigio de que alguien pasara la noche ahí aparte del joven... pero sabían que ahí había alguien.
Lo sabían porque en repetidas ocasiones oyeron sus gemidos apoderarse de la tranquilidad de la noche, porque oían los golpes sordos que alguno de los dos propiciaba a la pared, lo sabían porque en una ocasión un sirviente caminó frente a la habitación y la oyó susurrar con una voz melodiosa alguna frase en algún idioma extraño, totalmente excitada y siendo poseída como si el joven amo fuese una bestia salvaje que desgarraba el interior de la doncella que devoraba.
En otra ocasión, a muy tempranas horas, la más joven de las chicas caminaba llevando el desayuno del joven amo. Tocó dos veces la puerta, y al no obtener respuesta,entró: la alcoba estaba en silencio total, así que ella procedió a dejar la bandeja sobre la mesita, cuando dos sombras se dibujaron en la pared del baño, y una de ellas hincada como si estuviera rezando, era claramente la silueta de una mujer pues era pequeña y esbelta. El joven amo echó la cabeza hacia atrás, con una mano apretando el lavado del baño  y con la otra casi parecía que iba a arrancarla la cabeza del cuerpo a la mujer. Oyó un rugido bestial escapar de los labios del joven amo, y salió apenada de ahí.
Después de esa ocasión, todos los sirvientes ya habían presenciado, aunque fuera por medio de siluetas o sonidos, al amo poseer a su concubina. Pero nadie la había visto; algunos creían que tenía que ser alguien que estuviera cerca del joven, y cada que una mujer entraba se preguntaban quién de ellas era, hubo una ocasión que incluso creyeron que era alguna chica de la servidumbre, pero la idea quedó descartada al oír al notar que el amo no miraba a ninguna mujer, ni siquiera a aquellas que iban coquetas a visitarlo. Luego, creyeron que la dama que lo visitaba debió haberlo cautivado, pero la suposición también fue desechada al oírlo una vez azotarla con tanta fuerza que no había manera que aquello fuera amor.
Y el tiempo transcurrió, y la vida en la mansión jamás volvió a ser la misma, pues hasta los señores se preguntaban de quién era aquella risa cantarina y dulce que en una ocasión llegaron a escuchar detrás de la puerta del joven, pero él alardeó que sufrían de demencia.
Y mientras en la mansión se esperaba fuese de noche para deleitarse con el espectáculo sonoro de dos amantes salvajes que deformaban la palabra "sexo", el joven amo miraba sin mirar al almorzar, ajeno a todas aquellas miradas que lo observaban con lujuria y bochorno, ajeno a dos pares de ojos que se preguntaban si alguna vez podrían también sentir tal pasión como la que él sentía.
Soltó un suspiro, distraído y hasta exasperado. Y todos reaccionaron.
Miró a la noche, observando la nieve a través de la ventana y el viento golpear salvajemente los vidrios, arrullando a todos con su canto, y se preguntó una vez más cómo iba a hacerle ella para lograr llegar con esa pared de nieve estorbando. "Bueno, ella siempre se las ingenia", pensó con una sonrisa pícara antes de disculparse y retirarse.
Se daría un largo baño, le pediría a una de las chicas que preparara las mejores sábanas y le llevara la cafetera y unos panecillos, aunque se detuvo a pensar si se preguntarían por qué de pronto el joven amo pediría esas cosas... pero luego de imaginarse el frío que tendría su amada después de escabullirse a su alcoba, le importó un carajo si alguien protestaba. Ordenó el baño y la cafetera, olvidando por completo que sus padres estaban ahí en la sala. Subió lentamente las escaleras para esperar a que la oscuridad se apoderara de la mansión, ansioso y exasperado; y se dijo a sí mismo que nunca antes había amado tanto que la noche cayera desde esa primera vez.
Y él estaba deseoso de celebrar ese primer baño con su amada... la haría cantar tantos himnos con esa boca que le gustaba tanto follar, que al día siguiente ella no podría presentarse a trabajar, y la reprendería nuevamente en la oficina. Porque descubrió que él nunca podría tener suficiente de ella. Y ella tampoco de él.
La noche era perfecta para cantar, se dijo mientras sonreía maliciosamente.

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