Sobe una chica:

Mi foto
Tamaulipas, Mexico
Madre primeriza y escritora, con muy poco tiempo libre pero que le gustan las manualidades.

sábado, 14 de junio de 2014

La última carta

Muchas cosas han sucedido desde hace tres meses.
Una persona comete errores, y alguien como yo a lo largo de su corta vida ha cometido muchísimos.
Me pasa que miento demasiado; suelo decir las cosas que no quiero decir y hablo sin pensar; mi problema es que permito que no enfrentar los problemas como deben ser y termino hiriendo a más de uno.
En especial a mí.
Pero cuando digo la verdad, al final nadie me cree.
Y he amado, claro que sí.
He amado a muchas personas, entre ellas a mi familia y principalmente, a un hombre.
De hecho, amé tanto a esa persona que hice hasta lo imposible por retenerlo: me mentí a mí misma, le mentí a otros, cambié para ser una mejor persona, desee con todas mis fuerzas ser alguien perfecto para poder retener a aquel que amaba a mi lado... pero no funcionó.
Fui tan necia y reacia a aceptar la verdad que mentí y me volví a engañar, sin darme cuenta que la única persona que estaba siendo lastimada era yo misma.
Y lo peor de todo es que no había nadie para mí.
Me encerré en mi propia burbuja de dolor que no permití que nadie entrara. Me negué a intentar ser feliz porque creía que de esa manera el dolor me volvería fuerte. Desee volverme alguien poderoso, un guerrero de sangre para que nadie me hiciera daño... pero no funcionó.
Cada decisión que tomaba, que vez que despertaba, incluso la ropa que usaba deseaba que me acercara de nuevo a esa persona; ocultaba mi tristeza ante los demás e intentaba sonreír aunque siempre decían que parecía una máscara que daba miedo. Pero hacía mi mejor esfuerzo.
Quería que él me mirara y descubriera en mí nuevamente aquello que lo hizo estar conmigo... fuera lo que fuera. Pero no funcionó.
Cada vez que me acercaba o intentaba iniciar una conversación, lo único que recibía era que la pared de hielo que él había creado se intensificara; recuerdo que podía verlo a través de esa pared: era delgada y cristalina. Él sonreía siempre delante de todos; sus ojos siempre tenían brillo que yo amaba intensamente, rodeado de las mismas personas y en el mismo lugar donde habíamos caminado de la mano durante quince largos meses... pero parecía que yo no existía.
Lo peor es que él no me notaba.
Hacía todo lo posible porque me viera, porque levantara los ojos al oír mi intensa risa o cuando pasaba por donde estaba, pero parecía como si yo fuera un fantasma o un bicho horrible al cual nadie deseaba ver. Y cada vez que él no me notaba, en mi corazón, metafóricamente, se hacía una grieta.
Luego, escuchaba los cuchicheos donde todos decían que yo era la malvada, que yo lo había engañado y que era una maldita... y nuevas grietas se hacían en mi corazón. Y cuando sus propios amigos hablaron de mí? Bueno, un agujero enorme se hizo.
Pensé que ya no había más dolor, que ya había sufrido lo suficiente, que no habría nada más que pudiera destrozarme... cuando él comenzó a salir con alguien más.
Debo aceptar que ya estaba comenzando a prepararme psicológicamente para verlo con alguien más. En muchas ocasiones antes de dormir, me imaginaba a mí misma viéndolo caminar de la mano de su nueva novia: una hermosa chica esbelta con curvas perfectas, cabello largo y perfectamente arreglado, ojos preciosos y un rostro como de alguna modelo, con educación, proveniente de una buena familia, sin problemas mentales y con la elegancia que solo ves en las películas, graciosa y amada por todos los que estaban a su alrededor.
Y no me dolía tanto... hasta que vi que la mujer con la que estaba era alguien a quien yo consideraba una amiga.
Y después, lo que siguió, fue... doloroso.
Cuando te das cuenta de que alguien cercano se queda con lo que tu estabas sufriendo por recuperar, cuando ves que su felicidad es intensa y real, el dolor se esfuma.
Ya no sabes lo que es el dolor o lo que te sucedía.
Dejas de sentir que duele en el momento en que es tan insoportable que prefieres que deje de hacerlo.
Y lloras lo suficiente y lo necesario; te castigas culpándote y permites que todos a tu alrededor te envenenen con suposiciones que sabes perfectamente no son reales. Y sigues llorando todas las noches, y escribes una y otra vez algún mensaje para hacerle entender que eres tú a la que debe amar, que eres la indicada y que lo amas tan irrevocablemente que rogarías por su regreso... y no lo envías.
En lugar de eso, te propones dejar de dar lástima, de buscar en otros labios u otra piel lo que ya no tienes, entonces escribes una carta. En ella plasmas todo lo que sientes, todo lo que nunca dijiste y lo que jamás serás valiente para decir y la sellas. Nunca la envías.
Tomas todos esos recuerdos, los detalles, las fotos, los regalos y hasta las notitas en clase y las guardas junto con la caja; la tentación de deshacerte de ellas será poderosa, no lo voy a negar, pero entenderás que al final es lo mejor.
Y, tras desearle sinceramente que le vaya de lo mejor, que su vida sea realmente feliz y que esa persona que te sustituyó nunca le falle y le de todo lo que tú nunca podrás darle... decidirás avanzar.
Porque es lo único que te queda; porque es mejor dejar todo el drama antes de que los pocos recuerdos felices que tuvieron y que quedan en su memoria se transformen en odio y un mal trago.
Vete, pero da una ultima mirada al pasada, y mientras lo ves feliz pregúntate: lo era realmente contigo? de verdad te amó? tenía esa sonrisa cuando estaba a tu lado? te recordará aunque sea un instante? te perdonará algún día?
Y después de eso, sonríe.
Porque fuiste tan feliz que sabes que eso jamás podrá negar; porque todo ese tiempo e incluso hasta el último momento te hizo tan feliz que nunca podrás pagárselo más que dejándolo en paz. Y de verdad lo deseas.
Deseas tanto romper aquel hijo rojo de acero que te ata a él, porque ya no quieres ser un estorbo en su vida, porque deseas que cuando él se sienta listo para recordarte, a su mente solo vuelvan aquellos buenos momentos, todo lo que compartieron y lo que se enseñaron, porque no deseas que te guarde odio y que sea sincero consigo mismo. Así que, aunque te hayas prometido luchar hasta que con sus propias palabras te rechazara, te alejas. Sueltas la bandera y te hundes en ese barco.
Y que duele? Por supuesto.
Cuando tienes alma de luchador lo más doloroso es dejar ir aquello que te hizo tan feliz, pero sabes que no hay otra alternativa. Dijo alguien una vez: "no hay mejor victoria que rendirse" y, en tu caso, la bandera blanca es la mejor solución.
Y qué sigue después?
Bueno, empezar por cortar el enorme seto de espinas que te construiste podría ser una opción. Abrir tu corazón a todo aquello hermoso que te rodea, sonreírle a la vida y dar gracias al destino por haberte puesto esa piedra en el camino que tan feliz te hizo.
Debes deshacerte de la bestia que se apoderó de ti por tanto tiempo y volver a ser la Bella, porque tienes que seguir.
Y de ahora en adelante, cada sonrisa que en tus labios se dibuje será realmente sincera.
Habrá un largo camino por recorrer, y no será nada fácil, pero todo en esta vida se puede... y, cuando se hace con verdadero esfuerzo y sacrificio... rinde sus frutos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿CÓMO COMENZAR TU JOURNAL?

¡Hola a todos y bienvenidos a mi blog! En el artículo anterior les enseñé ¿Cómo hacer un junk journal? y no morir en el intento paso a ...