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Madre primeriza y escritora, con muy poco tiempo libre pero que le gustan las manualidades.

miércoles, 4 de junio de 2014

Lágrimas

Es tan difícil tener que dejar ir a esa persona a la que le dijiste que no la dejarías nunca
ahora parece como si nunca te hubiera conocido, como si no hubieras sido parte de su vida.
Y lo repito, nadie sabe lo que tiene, hasta que lo pierde... Y peor si esa persona es feliz, es como perder lo que siempre creíste que sería tuyo. Perder aquello que tan desesperadamente luchabas por mantener, por no dejar ir, y que ahora miras tan alegre de la mano de alguien más, sin siquiera sentir la diferencia entre su tacto y el tuyo, o su sonrisa y la tuya, los besos, las miradas, el calor del cuerpo. Como si tu nunca hubieras cruzado por su camino... y el dolor? Bueno, se queda ahí. Grabado con una navaja ardiente en tu pecho, con cada gota de sangre derramada diciéndote que estás viva, que sientes, que lo amas cada vez más y que no importa lo doloroso que sea o lo triste en lo que se convierta, te va a doler más.
Y se llega un punto en el que ya no puedes más y te aferras a ese dolor. Ruegas por ello, sientes que si no te duele no puedes estar bien, que prefieres que duela a creer que se acabó.


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