Sobe una chica:

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Tamaulipas, Mexico
Madre primeriza y escritora, con muy poco tiempo libre pero que le gustan las manualidades.

viernes, 6 de diciembre de 2013

5* Los ojos

Los días pasaban como el agua que fluye de un río.
Voltaire odiaba mi altanería, y todos y cada uno de los miembros de la mesa directiva también, pero una mierda me importaba, porque después de mi propuesta, y de que solo tres miembros de la mesa directiva la aprobaran, lancé al mercado las acciones nuevas y el comunicado salió dos días después. Y mierda que no me equivocaba, porque las demás compañías enviaron a Biocorp varias cartas de felicitaciones, y entre ellas, mierda los Darkar.
Así que las cosas iban de buena manera: trabajar en Biocorp era una mierda, pero al menos hacía algo, y cuando no tenía mucho trabajo, llamaba a Natalie. La chica era un sol: mira que soportar una relación a larga distancia, y lo que era peor, nunca formalizamos lo nuestro. La había conocido hace más de dos años, y llevabamos un año saliendo, y muy a pesar de todos mis desplantes y mis ataques de locura, ella estaba ahí sin pedirme nada a cambio. Ni siquiera un título.

Estaba en la oficina improvisada, harto y con ganas de irme de allí, cuando la puerta se abrió.
-¿Tienes tiempo, guapo?- habló Sasha. Aparté mis ojos de la pantalla de mi ordenador, y la belleza árabe que estaba frente a mí caminó hasta mi escritorio: Sasha tenía treinta y cinco años, era delgada con curvas, de piel aperlada, cabello largo, castaño oscuro y lacio y un rostro precioso. Recuerdo que cuando era adolescente, ella era mi fantasía sexual.

-¿Qué pasa?- se sentó en la silla frente a mi escritorio y miró a su alrededor.
-¿Por qué aún no decoras tu oficina? Es un espacio muy lúgubre.
-Diez segundos, o te vas.- le dije volviendo a mi ordenador. Que mierda. Ella soltó una risita.
-Ya, ya. Quería hablar contigo...
-Nueve, ocho, siete...
-Ok.- y suspiró.- Voltaire me dijo que habías decidido regresar por tu propia cuenta...
-Tecnicamente me obligó Nympha.
-Oh... - y nada. Envié unos correos pero ella no dijo nada. Suspiré
-Habla de una vez.
-Sé que quieres dejar en la ruina a mi padre.- soltó y clavó sus ojos de miel en mis ojos grises.- No voy a decirte los detalles de lo que hacen en la empresa, porque realmente no lo sé.- suspiró, rendida.
-Y tu revelación significa que... - dije sin mirarla. Las gráficas no estaban en el nivel que yo quería, y mientras ella me miraba con ojos suplicantes.
-Que no sé en qué posición estoy en esa ecuación.
-No es mi problema, mujer.- le dije buscando los demás archivos. Estaba seguro de que los había dejado por algún lado, pero no recordaba donde.
-Vincent, debes entender...
-Mierda.- dije enojado, abrí la puerta y le grité a Justin, el maldito inútil que me habían asignado de asistente. El chico entró, nervioso.
-Señor... -tartamudeó.
-¿Dónde están los archivos de entrada de Velvet?
-Los dejé en la primer carpeta.- dijo caminando hacia el estante donde estaban las carpetas. Me desesperé, porque yo no era idiota y ya había buscado allí.
-Diez segundos.- le dije furioso.
-Parece que el diez es tu número favorito, cariño.- se burló Sasha, pero yo chasquee los dedos, haciéndola callar. El inútil se giró.
-Lo siento, señor.- bajó la mirada.- Enseguida le consigo las copias.- y salió disparado, lejos de mi mirada asesina. Sasha soltó una risita.
-Largo.- le bramé furioso, ella se rió como tonta mientras movía su trasero hacia la puerta, y fue cuando la vi: culo-divino estaba parada frente al ascensor, con su cabello oscuro sujetado en un broche brillante con una flor morada. La puerta del ascensor se abrió, y Evan Mierda Heizenberg salió, besó de una manera extraña a culo-divino y caminó hacia su oficina. Sin despegar su mirada de mí.
Sasha fue con culo-divino y desaparecieron tras las puertas plateadas; nuevamente, no vi su rostro.

*Por qué te fuiste? TALA
*No tolero a la gente inútil. VINCENT
*Jajajajaja, tampoco yo
*Despediré a todo el personal si es necesario.
*Sólo no te metas con mi chica.
*Estúpido.
Su chica.
Estaba sentado en la cafetería, leyendo unos archivos sin preocuparme por el tiempo, ni nada, aunque ya sabía que llevaba muchísimo tiempo ahí. Las camareras pasaban solo para verme, y una que otra me preguntaban si deseaba algo más.
-Nada, gracias.- les contestaba sin siquiera mirarlas. No es que el sexo femenino no me interesara, es solo que un chica ordinaria no era lo que precisamente me cautivaría, especialmente cuando la más reciente que me había tirado era una súper modelo de Victoria's Secret. Al lado de ella, ninguna otra mujer significaba nada.
Entonces, había terminado de revisar todos los archivos, aunque estaba furioso porque el inútil había perdido unos muy importantes. Pero lo despediría al regresar, pensé, fue entonces cuando alguien se acercó a mí. Una chica, por el sonido de sus tacones.
-¿V-Vincent Valentine?- susurró, entonces reconocí esa voz de ángel. Culo-divino. Levanté la vista lentamente de la laptop, y por fin, ahí estaba ella: con un rostro divino del color del melocotón, unos mechones de cabello desordenados en su rostro, unos labios redondos y finos y mejillas rosadas por el frío, y mierda que no faltaría, dos encantos decentes se dejaban ver bajo una blusa color hueso.
-¿Señor Vincent Valentine?- volvió a preguntar, esperando no equivocarse. Miré que en su mano llevaba unas carpetas verdes, así que extendí la mano sin decir nada, ella me entregó las carpetas.- El señor Voltaire me envió a traerle esto, señor.- dijo tímida. Le eché un rápido vistazo a los archivos, y todo estaba en perfecto estado. El chico era bueno, pensé mientras revisaba, pero un error era un error. Por el rabillo del ojo vislumbré unas piernas torneadas y fuertes bajo unas medias color piel. ¿Bailabas ballet, culo divino?
-¿Dijo algo más?- le pregunté. Levanté la vista y ¡maldita sea! Culo divino no solo tenía un trasero perfecto, unos labios divinos y un frente de encanto, sino que la miserable tenía heterocromía. ¡Justo como yo! Su ojo derecho era color verde y el izquierdo, almendra. Y aparte de ello, su mirada era seductora y atrayente. Mátame, mujer.
-No, señor.
-Bien.- y chasquee los dedos. La chica se quedó ahí parada. Dios, ayúdame.- Largo.- le bramé. Ella parpadeó, entendió después de mil años, y asintió.
-Con permiso.- dijo, y su voz, su gloriosa voz, sonaba relajada pero confundida. Miré su divino culo andar a la salida, y no pude evitar imaginarme cómo se vería cuando lo tomara. ¡Carajo! me dij, entonces, ella volteó y yo regresé mi vista a la laptop rapidamente. Y claramente me pareció haber visto una sonrisa de autosuficiencia.



Dos horas después de estar ahí sentado como idiota, recibiendo llamadas de Voltaire y Sasha jodiéndome, un mensaje me llegó:

*¿DÓNDE ESTÁS? IAN
*En Barbados. VINCENT
*Tala tiene algo para ti.
*No quiero.
*No es una petición. Te recogemos en diez.
-Mierda. Bueno, más vale que sea bueno.- me dije mientras salía de la cafetería, esperando a los chicos. Y más valdría que fuera bueno. O los despediría a ellos.

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