Sobe una chica:

Mi foto
Tamaulipas, Mexico
Madre primeriza y escritora, con muy poco tiempo libre pero que le gustan las manualidades.

jueves, 12 de diciembre de 2013

6*El club

-¿Es en serio? ¿Me están jodiendo?
-Aún no, V.- dijo Tala, sosteniendo mi hombro para no moverme. 
-¿Un prostíbulo?- dije horrorizado. Ian caminó a mi lado.
-Club de caballeros, ignorante, ten mas respeto.
-No se puede.
-¿Desde cuando te desagradan los prostíbulos, proxeneta de mierda?- dijo Tala bajándose del auto. Los tres nos quedamos ahí parados, esperando a los demás. Observé detenidamente el lugar: un edificio de dos pisos color titanio con el nombre Jewerly en letras cursivas y de neón púrpuras, la entrada era como la de los antros, con dos enormes gorilas vigilando y otro más recibiendo la cuota, en el segundo piso se podía ver que los cristales eran de doble vista. El lugar no parecía tan malo, de hecho.
-No me desagradan.- le dije.- Pero creí que iríamos a un lugar "genial"- y levanté los dedos haciendo las comillas, entonces un Corvet gris viró a toda velocidad y se estacionó perfectamente al lado nuestro, y de el bajó un jodido hombre de casi dos metros, rubio, con piel blanca como la cal y jodidamente musculoso.

Caminó con su andar despreocupado y agresivo.
-¡Spence!- dijo Ian y casi corrió a su lado. A leguas se notaba que Ian idolatraba a Spencer Lutz casi como un dios. Con cosas como esas, siempre era frío y sin expresiones, pero había algo en el pequeño Ian que a Spence le recordaba a su fallecido hermano menor. Por eso, cuando el enano se acercó a saludarlo, le despeinó los cabellos oscuros, con una sonrisa seca en los labios.
-¿Qué tal, chicos?- saludó con su acento australiano. Maldito cazador de canguros.
-Es una fiesta de bienvenida para Vinny.- dijo Tala empujándome a su lado. Spence me vio y me saludó dándome un rápido abrazo.
-No sabía que habías regresado.- me dijo.
-Ahora lo sabes.
-Vaya, parece que alguien está en su periodo.- dijo Tala y todos se rieron, entonces alguien tocó la bocina. Nos giramos y un Mustang verde oscuro se estacionó.
-¿Reunión?- dijo un acento inglés. Brian Abernaty, de cabello casi blanco, ojos grises, delgado y piel blanca. Hijo del Secretario de Defensa de Inglaterra, un verdadero patán y un saco de mentiras y palabrerías.
-Solo falta Wyatt.- dijo Tala, mirando su celular.
-Dijo que empecemos sin él.- dijo Spence, todos lo miramos.- Me dijo que tenía algo que hacer.
-Últimamente se ocupa mucho.- dijo Ian.
-Parece que tiene una chica por ahí.
-Mientras no sea mi chica, todo está bien. Entremos.- nos dijo Tala.
-¿Tu chica? ¿Sigues con eso?- se burló Brian.- Ni siquiera sabes si ella se interesa por ti.
-Lo hará.- dijo el pelirrojo, con una sonrisa arrogante que demostraba que lo que él quería, siempre lo obtenía. Los gorilas nos miraron mientras caminabamos hacia ellos, entonces reconocieron a Tala y abrieron la entrada: y el lugar era majestuoso. Con un estilo muy playboy y a la vez muy femenino, con paredes rosa metálico y negro brillante, una cabina de DJ y seis burbujas enormes con seis diferentes tipos de chicas, una una tarima con un tubo en medio y más de veinte mesas con salitas y sus respectivos tubos, una barra enorme con cuatro bartenders y gorilas por todos lados. Las chicas bailaban como reinas sobre las mesas, en los tubos, en la tarima principal y las burbujas. Y yo nunca había visto tantas bellezas juntas, ni siquiera en un desfile de modas. Dos chicas se acercaron a nosotros.
-Bienvenidos a Jewerly.- dijeron al unísono.- ¿Desean algo?- Brian se acercó a ellas.
-Hola, hola, bellezas.- risitas tontas.- ¿Podríamos pedir una mesa privada, señoritas?- Brian nos guiñó un ojo y las bellezas nos guiaron hacia lo que parecía la zona privada. Subimos unas escaleras y llegamos al segundo piso donde, efectivamente, había un enorme ventanal de doble vista, con cortinas negras platinadas. Las chicas se alejaron, y otra llegó.
-Hola, señor Abernathy.- dijo con acento americano, era alta, delgada, bien proporcionada y con cabello rojo.
-Lexus, preciosa.- dijo y la abrazó.
-¿Lexus? ¿Es en serio?- me burlé. Los chicos se sentaron y mientras Brian hablaba con Lexus, yo miraba a todos lados mientras una suave y sensual música sonaba; la sala era muy elegante y se podía oler la intimidad, habían siete mesas y en cada una había un botón de colores, dos chicas atendían la barra mientras otras se paseaban en ropas diminutas atendiendo a los caballeros. Ninguna chica vestía ni del mismo color, ni el diseño, ni siquiera su corte de cabello era igual. Siete cortinas púrpuras estaban cerradas, frente al ventanal de doble vista.
-¿Qué hay ahí?- pregunté hacia las cortinas. Lexus, quien estaba tomando la orden de tragos, me miró.
-Es la zona VIP, corazón.- parecía que estaba mascando chicle.
-¿Por qué no vamos ahí?- dijo Tala. Ella soltó una risita.
-Solo se puede ir ahí con una chica, corazón. ¿Desean ordenar algo?- y mascó de nuevo.
-Escoces para todos, Lexus.- dijo Brian, ella asintió y dejó una carpeta negra con rosa.
-A la orden, corazón.- y se fue moviendo su trasero más de lo debido. Brian le pasó la carpeta a Tala.
-Escojan.
-Escoger, ¿qué?- dijo éste, entonces abrió la carpeta y varias fotos de chicas se veían, junto con un número al lado.- Wow, ¿es en serio?- dijo pasándonos más carpetas.
-Aquí todo es más fácil, corazón.- dijo Brian y se rieron. Tomé una de las carpetas y repasé los rostros de las chicas, y la verdad, todas eran bellezas diferentes.
-Todas son preciosas.- dijo Tala.
-Y no han visto a las chicas VIP.- dijo Brian riendo, y nos mostró la lista de esas chicas: doce preciosas mujeres, ninguna de la misma nacionalidad, y una de ellas se me hizo muy familiar. Usaba un antifaz negro de enredadera, pero su belleza se podía ver, y parecía ser muy exótica. Algo en su mirada...
-Quiero a ella.- dijo Tala apuntando a una de las chicas con nombre de flores, de cabello rosa, por lo que debía ser una peluca, y ojos grises.- Dios, se ve preciosa. Ivy.
-Yo tengo la mía.- dijo Ian, apuntando a una asiática de cabellos largos y negros.- Sayuri-san.- y soltamos una risita. Ian tenía debilidad por las asiáticas.
-¿Spence? ¿Vinny?- dijo Brian.
-Paso.- dijo Spence.
-También yo.
-Oh, vamos aguafiestas.- se quejó Tala.- Una chica no hará daño.
-No la necesito.- dijo Spence.
-Claro que sí.
-No.
-Pues al diablo, ¿Vinny?
-Tampoco la necesito.- y bufó.
-Se tienen mutuamente.- dijo Ian y se rieron. Lexus regresó con las bebidas.
-¿Terminaron, corazones?- las colocó en la mesa, tomando las carpetas, entonces me di cuenta de que no mascaba, más bien parecía que así era su manera de hablar.
-Sí, tesoro.- dijo Brian y le pasó una hoja con números.- Por favor, lindura.
-Ok, corazón.
-Oh, espera.- y le pasó una tarjeta dorada.- Dame a tus dos mejores VIP, nena.- y le guiñó el ojo. Ella se rió, y se alejó hacia una puerta. Los chicos comenzaron a conversar, pero yo realmente no estaba de buen humor, principalmente porque culo-divino no salía de mi mente. Un mensaje de Natalie me llegó:
*¿Ocupado?
*Nunca.
*¿Dónde estás?
*Con los chicos.
*Comeré en Apollo's :)
*Que bien, ¿harás algo después?
*De compras, te quiero.
Y fue todo. Cerré mi celular, porque eso era nuestra relación: ninguno se preocupaba lo suficiente por el otro, a menos que fuera necesario. Mientras los chicos hablaban, me concentré en pensar en ella, en lo perfecta que me pareció la primera vez que la vi, en lo sensual de sus labios, en  su cuerpo precioso, en sus ojos azules, su cabello largo y sedoso, y en ese momento, ninguna mujer para mí significaba nada. Ella lo tenía todo.
-Hola, cariño.- oí una voz, levanté la vista y tres sensuales mujeres estaban paradas frente a nosotros. La chica de cabello rosa era la de mejor senos, y la asiática tenía un trasero increíble... lo que me recordó a culo-divino, y comencé a imaginarmela como una de las bailarinas del club. Mi miembro estaba comenzando a ponerse duro.
-¿Pretendes que los miremos tener sexo con estas prostitutas?- oí a Spence quejarse, sacandome de mis pensamientos eróticos. Tenía una expresión demasiado molesta.
-¿Estás menstruando? Relájate, Spence.- dijo Tala, mientras su chica le bailaba riendose.
-No son prostitutas, amigo.- le recriminó Brian.- Se llama arte, ten respeto, por Dios.
-Me voy.- y se levantó, entonces, chocó con una diminuta chica de senos preciosos, el cabello plateado brillante, lo cual era una peluca. Vestía un corsé de encaje negro con plateado, medias de red negras, tacones plateados de punta de aguja y un antifaz de enredadera. Sonrió.
-Hola, mi nombre es Silver y seré tu chica ésta noche.- dijo con un acento vagamente familiar. Spence se quedó ahí parado viéndola, y por un momento creí que la correría, pero parecía embrujado, mirándola como un imbécil.
-¿Spence?- dijo Brian, poniéndose de pie, pero su chica le restregó los senos en la cara y ahí se quedó. Una mano me tocó.
-Hola, cariño, soy Goldie, y seré tu chica ésta noche.- me sonrió, ella era incluso más diminuta que su compañera, guapísima, con senos enormes pero firmes, cintura perfecta, piernas torneadas y una peluca dorada, igual que su atuendo. Levanté la ceja, porque me era demasiado familiar, casi se parecía a...
-Ésta va por mí, amigos.- dijo Brian levantándose y guiándonos a las cortinas. Mi chica me tomó de la mano, sonriendo, y caminó frente a mí, tenía un jugoso trasero. Por el rabillo del ojo vi a Spence caminar detrás de su chica, embobado, porque tenía un culo jodidamente divino, redondo, firme y sedoso. Por qué no me tocó ella... me susurré a mí mismo mientras entrabamos a la pequeña habitación. Goldie cerró la puerta y me guió a la decente cama, que era muy cómoda.
-¿Algo que desees hacer, cariño?- dijo parándose frente a mí. Iba a reusarme a sus encantos, pero mierda eran dos y estaban divinos, y yo no era célibe sin importar mi situación con Natalie. Ella lo sabía.
-Música.- le dije, sonrió arrogantemente y puso una canción que yo conocía muy bien.- ¿All I need?- levanté la ceja, ella sonrió de nuevo.
-Sé cosas, cariño.- y caminó sensualmente a mi lado, con sus senos bailando y sus caderas igual. Se detuvo frente a mí, y me separó las piernas.
-Tranquila, esa debería ser mi labor.- le dije inclinándome hacía atrás, ella se sentó en mis piernas, con su rostro a un centímetro de mí.
-No lo creo, cariño.- susurró con voz sensual. Debo decir que, siendo hombre, que una mujer sensual se te insinúe no es fácil de ignorar, principalmente cuando la que tenía enfrente era deliciosa. Me acarició el rostro mientras la música sensual sonaba.
-No me beses... - le dije.
-No pensaba hacerlo, guapo.- contestó y torció una sonrisa.
Guapo, guapo, guapo, guapo... su voz. La había escuchado en algún lado, lo sabía.
Pero mis pensamientos fueron opacados cuando sus caderas comenzaron a bailar sobre mi regazo. La miré como si fuera lo más bello que hubiera, mientras esa sonrisa torcida se marcaba en sus labios. Subía y bajaba al ritmo de la música, y yo parecía encantado. Posé mis manos en sus caderas, y ante mi tacto se erizó su piel, su peluca dorada cayó sobre mis hombros, y pude oler la esencia de flores silvestres, posiblemente de su champú o su crema corporal...
¡Mierda!
-Vera.- dije cuando me mordió ligeramente la oreja, y entonces ella se detuvo.
-¿Disculpa?- dijo confundida, pero su voz sonaba histérica.
-Eres Vera.- le dije, sin preguntar. Mierda que no iba a saber que era ella; a pesar de los años transcurridos, el olor de ese conjunto de cremas jamás se me olvidaría. Casi lo tenía grabado en mi nariz.
-No sé de qué me hablas.- dijo soltando un risita, y volvió a su labor, moviendo sus encantos en mi rostro, y a pesar de que estaba funcionando, me vi forzado a detenerla.
-Sí lo eres.- se separó de mí.
-Creo que me estás confundiendo, corazón.- dijo, pero ya sonaba alterada.
-No.
-Ok, lo que necesitas es un poco de acción... - y se inclinó hacia mí, pero sujeté sus muñecas con una mano, separándola de mi nuevamente, y con la otra le arranqué el antifaz. Rápidamente se puso de pie, haciendo saltar sus senos, y volvió a colocarse el antifaz.
-¿¡Qué te ocurre, imbécil1?
-Si fuera tú no me hablaría de esa manera.- le dije divertido.
-¡Quién te crees que eres!
-Dijiste que serías mi chica ésta noche, ¿no?- la reté caminando hasta ella, dio unos pasos hacia atrás, hasta que chocó con la pared. Tanteó en la ligera oscuridad.- No tienes a dónde ir, "Goldie"- le dije con maldad.- Y la verdad, siempre quise hacer esto... - ella tragó saliva cuando me paré frente a ella, con unos quince centímetros más arriba. Levanté mi mano y acaricié su rostro hasta llegar a su cuello, y con la otra aprisioné sus muñecas sobre su cabeza, dándome una mejor visión de su cuerpo. Tragó saliva y yo me lamí los labios.
-Lo vas a disfrutar, Vera. Lo prometo.- le dije con toda la maldad y lujuria mezclados, vi el miedo en sus ojos, entonces los cerró. Su pecho subía y bajada, y su corazón parecía que iba a estallar, y finalmente ya no me pude contener y solté una risotada.
Me miró con los ojos abiertos de par en par, como si el loco fuera yo.
-Largo de aquí, Vera, en serio.- le dije entre risas. Esperó y luego salió silenciosamente, y después de que mi ataque de demencia se pasó, salí también. Caminé hasta la mesa con mi bebida en la mano, y luego volvió a aparecer.
-Te dije que te largaras, Vera.
-Llámame Goldie, imbecil.- dijo y se sentó en mis piernas, con mi rostro a centímetros de sus senos.
-¿Quieres ir a jugar al cuarto?
-Ni loca, imbecil.- dijo furiosa.
-Entonces, ¿qué diablos quieres?- bebí mi escoces y lo retuve en mi mano.
-El imbécil de Brian pagó una chica VIP, y solo tengo una opción, así que... - y tomó mi mano, yo levanté la ceja y ella sirvió más escoces. Nos miramos más de lo debido a los ojos, cuando unas risas resonaron; ninguno apartó la vista.
-¿Ya terminaron, tortolitos?- dijo Tala sentándose a mi lado. Su chica se reía como idiota y se sentó en sus piernas.- Más, por favor.- le dijo y ella tomó la botella de la mano de Vera, rompiendo el contacto de nuestros ojos. Ian y Brian venían con sus chicas riendo como imbeciles, y Vera me jaló un mechón de cabello, atrayendo mi atención.
-Si alguien se entera, te asesino.- susurró en mi oído y lo mordió, yo le di una nalgada y todos se rieron.
-No me amenaces, Goldie.- le dije, con mis labios en sus labios, a segundos de un beso.
-¿Y Spence?- interrumpió Ian.
-Silver es una diosa.- dijo Ivy con una risa idiota.- Debe de estarlo domando.
-Tendrás cargos extras en tu tarjeta, Brian.- dijo Tala y todos se rieron.
Bebí de mi trago mientras Vera y las chicas se reían; una que otra vez le acariciaba las piernas o le pedí que llenara mi vaso, entonces aprovechaba para acecharla, y ella furiosa, mantenía la sonrisa. Pero los minutos pasaron, y mientras nos emborrachábamos y divertíamos, Spence y su chica finalmente salieron.
-¡Touchdown!- gritó Brian. Spence caminó hasta la mesa, con una expresión de imbécil en el rostro, mientras su chica caminaba a la barra.
-Parece que tenemos a Tim Tebow en el equipo.- dijo Ian y todos nos reímos. En mis piernas, Vera se estremeció.
-¿Anotaste, galán?- insinuó Brian, su chica le dio más alcohol.
-Digamos que... ésta noche dormiré tranquilo por mucho tiempo.- y levantó el puño triunfante. Todos le aplaudieron, y las chicas alegaron ir por más bebidas. Vera se quedó sentada en mis piernas, sin moverse, con la piel erizada, ligeramente le acaricié la mano y la sostuve con fuerza.
Fuera lo que fuera, sin importar el pasado, o la vida de ambos, había una cosa de la que estaba seguro ahora: Vera aún no superaba a Spencer.
Seguía locamente enamorada de él.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿CÓMO COMENZAR TU JOURNAL?

¡Hola a todos y bienvenidos a mi blog! En el artículo anterior les enseñé ¿Cómo hacer un junk journal? y no morir en el intento paso a ...